Nuestra Señora del Remedio

Historia de la Devoción

“Un martes, 17 del mes de mayo, fue el señalado para practicar las rogaciones a la Sierra. Día memorable en los fastos religiosos de la villa por ser el primero en que el pueblo utielano acudía a rendir homenaje a aquella pequeña imagen, que con el tiempo llegó a ser reina y señora de los piadosos sentimientos del vecindario”.

(Miguel Ballesteros Viana: “Historia de Utiel”. Reinado de Felipe II (1556 a 1564))

Descripción de la talla

La talla de la Imagen de la Virgen del Remedio es de pequeño tamaño, su altura no excede de diez y nueve centímetros y medio. Se trata de una imagen sedente. Aparece vestida con túnica y manto, descansando en un trono ligeramente elevado sobre peana. Presenta al Niño apoyado en su rodilla izquierda y en actitud de bendecir; con la otra mano sostiene la “bola del mundo”.

La túnica es de color rosa, sujeta con blanco ceñidor, igual que la del Niño y el manto que baja de la cabeza, está policromada de color azul verdoso. El calzado de la Virgen es puntiagudo; el Niño lleva los pies desnudos. Ambas imágenes coronadas.

En la espalda de la Virgen, hay una cavidad cuadrangular, donde se conserva una reliquia del cuerpo de San Pantaleón.

La Talla fue pronto revestida, poniéndole su correspondiente ropa interior y exterior, y todo cubierto con amplio y volado manto; dejando solo al descubierto los rostros de la Virgen y el Niño. Esta costumbre del revestimiento parece ser tan antiguo como su culto en la villa, es acorde con la moda impuesta por el arte barroco.

La cara de la Virgen del Remedio aparece cubierta entre telas de puntillas y un rostrillo de metal precioso con perlas y piedras preciosas, y con su mirada hacia sus devotos. Se trata de una imagen que atrae y cautiva por su perfecta proporción y el acabado de su talla, con un bello plegado del manto.

La talla de la Virgen fue realizada en los talleres de C. Miró, escultor Valenciano.

Fue declarada Patrona de la Ciudad en el año de 1612 por aprobación apostólica por Breve  del Papa Paulo V; y en documento fechado en Roma el 7 de abril de 1881, S.S. León XIII ratificaba el nombramiento de la Santísima Virgen María del Remedio como Patrona de Utiel, y su coronación canónica tuvo lugar el 8 de septiembre de 1960.

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Historia de la Devoción

Las noticias sobre el origen del culto a la Santísima Virgen María del Remedio se fundamentan en dos fuentes principales de información: los documentos históricos, que no ofrecen ninguna duda, y la tradición. El estudio de ambas fuentes nos lleva a la confirmación de la existencia de un muy antiguo punto de devoción hacia la Virgen María en esta escabrosa Sierra y protagonizada por las gentes de este territorio (Utiel).

En primer lugar poseemos un dato histórico de primera magnitud, cual es, la anotación que de las actas levantadas por el Concejo utielano en el siglo XVI (concretamente una de ellas que corresponde al año de 1558) recogió en nuestra historia local D. Miguel Ballesteros Viana, que dice así:

“… a instancias del clero parroquial solicitado por los vecinos, dispuso el Concejo hacer las procesiones, rogando a Dios nuestro Señor diese a este pueblo salvación y hubiera misericordia, enviando agua para la seca que se ofrecía, acudiendo a Nuestra Señora del Remedio en Sierra Negrete y a Nuestra Señora de Loreto, en las Cuevas…”

Por este documento incuestionable, sabemos que ya a mediados del siglo XVI existía en las fragosidades de la Sierra de Utiel una pequeña ermita que gozaba de cierta predilección. Pero, ¿Quién y por qué motivo se levantó, en aquel paraje agreste y fuera de la comunicación de las gentes, aquel modesto oratorio? La Tradición nos informa de la llegada de un peregrino, llamado Juan de Argés que, procedente de Burgos, llegó a nuestras tierras, donde fue muy bien acogido y curado de sus dolencias.

Recuperado un tanto, emprendió viaje con la intención de pasar a Tierra Santa, llegando a la ciudad y puerto de Cullera, justo en los días siguientes al saqueo y destrucción a que fue sometida por los piratas berberiscos. Retirado a la playa y preso del dolor y la consternación que aquella horrorosa circunstancia había impreso en su ánimo, imploró la ayuda y consuelo del Cielo.

Una vez acabadas sus piadosas oraciones a la Madre de Dios y vuelta su mirada del cielo a la tierra, en aquel mismo lugar, encontró una pequeña y antiquísima Imagen de María.

Recogida y guardada en su seno con sumo cariño, confortado con algunas limosnas del caritativo pueblo de Cullera, decidió regresar, por inspiración del Cielo, con su pequeña Imagen, al lugar donde tantos amigos había dejado: a Utiel. Aquí buscó un sitio agreste, al abrigo de unas rocas y se construyó, con ramas y piedras, un mísero albergue. En el lugar principal, en el sitio más seguro de aquella humilde morada, en la oquedad de la peña, preparó un pequeño altar y allí depositó nuestra querida y venerada Imagen.

Allí la encontrará documentalmente la historia, el día 17 de mayo de 1558 (como anotamos con anterioridad) cuando el pueblo de Utiel, llevando a su cabeza a los cabildos Concejil y Eclesiástico, realizó la primera rogativa “oficial”, en petición de socorro y ayuda a la Providencia Divina, para remediar los males que entonces padecía el municipio, dirigiéndose todos, esperanzados, a suplicarlo, ante la imagen de la Virgen. La bienhechora lluvia no se hizo esperar y remitieron las epidemias en gentes y ganados por todo el territorio. Comenzando así las buenas gentes a conocer aquella sagrada representación de la Santísima Virgen María con el nombre de: Madre del Remedio.

Después de la mencionada rogativa oficial de aquel memorable 17 de mayo, recordado y celebrado aún hoy con importante romería, a la que asisten, principalmente, coincidiendo con el tiempo de la llamada Pascua de Pentecostés, multitud de gentes comarcanas, con gran participación de las procedentes de la vecina y hermana ciudad de Requena, con sus aldeas.

La devoción por la Imagen fue creciendo, y su culto se hizo general y amplio, a medida que iban conociéndose los múltiples favores y “milagros” otorgados a las sencillas almas que los solicitaban, buscando el remedio de sus necesidades en María.

Bautizada justamente, con este consolador nombre de Remedio, el mérito de la imagen fue haciéndose manifiesto en Utiel y en otros lugares, cuyos habitantes fueron acudiendo a la sierra. Se comenzó a levantar la actual ermita hacia 1560 y se concluyó en 1564 o 1565. Indicando que, al mismo tiempo, se cedieron, por parte del Concejo unas tierras para su mantenimiento y el de los ermitaños.

Este patrimonio tuvo un considerable aumento al hacer la donación de sus heredades Pedro de Medina, según testamento fechado en 1584; pues fallecido Juan de Argés, fue aquel hidalgo utielano el segundo ermitaño de la Virgen. Entre aquellas mandas piadosas figuraba la ermita de Santa Ana, con su casa y labor anexas, como punto de apoyo para la del Remedio, siendo lugar de refugio y amparo para los numerosos peregrinos que acudían a aquellos parajes.

En 1602 tiene lugar otra segunda y multitudinaria peregrinación de gentes de Utiel y de toda esta Comarca, celebrándose en el mes de septiembre una solemne función religiosa.

Hay que dejar constancia de que en estos años del siglo XVII la festividad de la Santísima Virgen se realizaba en los primeros días del mes de septiembre, pero siempre en su Santuario, en su ermita.

Fue en el año de 1616, cuando al dar por concluidas las obras de la impresionante Iglesia Parroquial tuvo lugar el primer traslado de la Sagrada Imagen a Utiel.

Una nueva “bajada” o un nuevo traslado no volvió a repetirse hasta el de 1651, con motivo de acción de gracias por haber finalizado la terrible epidemia de peste que asoló a los pueblos hispánicos, realizándose la “bajada” como agradecimiento a su intercesión. A partir de aquella fecha es cuando tiene lugar el inicio de la Feria utielana, la costumbre de bajar la Sagrada Imagen y la celebración de las dichas fiestas en su honor, ya en Utiel, y no en el Santuario.

También en aquellos días de 1651 se inicia el rito, a petición de los pueblos comarcanos, de avisar a éstos cuando se trasladaba la Imagen por el dicho motivo u otro especial; teniendo el de Sinarcas el privilegio de ser el primero en recibir el comunicado.

La Virgen del Remedio ya no era por completo propiedad de las buenas gentes de Utiel, los pueblos de las cercanías, afortunadamente, querían compartir con nosotros, este amor inmenso hacia la Virgen María, mencionándola en sus documentos particulares como: Imagen de gran devoción… Abogada y protectora… Patrona y protectora…

En el año de 1753, se organiza, para festejar más solemnemente a la Patrona, una Hermandad al estilo militar, que contó, en un primer momento, con ochenta jóvenes.

Las peregrinaciones y romerías al Santuario por parte de los vecinos de Utiel, de toda esta amplia Comarca y de las cercanas tierras de Cuenca, Teruel, Valencia y Albacete, continuaron afianzándose en estas últimas décadas del siglo XVIII.

De este arraigo devocional dan fe la gran cantidad de representaciones de la Virgen del Remedio que presidían aquellos hogares y el que se entronizara una Imagen suya en la capilla de San Lázaro, en la iglesia parroquial de Santa María de Requena. Por otra parte, están los innumerables testimonios de ayer y de hoy plasmados en la Sala de Ofrendas, donde constan los nombres y domicilios de los devotos que han recibido, por su mediación, el favor del Cielo.

Durante las diferentes epidemias de cólera que asolaron el territorio en el siglo XIX, la Imagen fue bajada a Utiel, acompañada por los utielanos y de numerosos fieles de la Comarca, así consta en varias crónicas de los periódicos de la época.